Bueno. Otra vez acá. Pero hoy no escribí nada. Sin embargo encontré en los confines de mi computadora una especie de artículo que escribí no me acuerdo bien cuándo (en el 2011, creo) para una revista, que no me acuerdo bien cómo se llama. Hoy Rayuela para mí es otra cosa. Si tuviese que volver a escribir una opinión sobre Rayuela, sería algo muy diferente a esto. Pero creo que eso también es Rayuela. Es asumir que cambiamos, que las cosas ya no son cómo antes y que, si se pudiese volver el tiempo atrás, lo haríamos mejor.
Todos escribimos Rayuela
Si la lectura puede describirse como
el momento en que el lector se encuentra a solas con el autor y recibe su obra,
hay que aclarar que este hecho se reinventa en la literatura de Julio Cortázar.
Este encuentro se produce de una manera muy particular. En este caso el autor
le da más que nunca, todo el poder al lector, le deja su obra para que su
imaginación fluya. Le da la libertad de elegir un camino (cualquiera) y
transitarlo. Y en cada lectura, reinventa la obra.
Esto
puede apreciarse en cualquier obra en general, pero en las páginas de Rayuela es particularmente especial, ya que
el mando lo tiene el receptor desde el momento en que tiene el libro en sus
manos y decide por dónde empezar a leerlo. Y es así como en cada lectura,
Rayuela se vuelve a escribir. Sólo basta una tiza y una piedra…y empezar a
jugar. El lector se vuelve un personaje activo, que participa en la
construcción del juego. Él pone las reglas. La estructura transforma el contenido. La
forma produce el sentido.
Rayuela
rompe el esquema tradicional a la hora de escribir o leer un libro, es la
tierra de la arbitrariedad, no hay un camino dado, nada está dicho, todo está a
punto de reinventarse y cada relectura repleta de nuevos sentidos la
experiencia. El contenido no está
dado de una vez y para siempre, sino que se construye y reconstruye
continuamente con cada relectura.
Rayuela
enseña que el orden de los factores sí altera el producto, pero que cada uno
puede elegir el camino que quiere sin temor a equivocarse, porque todos los
senderos son válidos. Pero también advierte que la historia no es una sola, que siempre es
posible mirar “desde otros lados”.
Y
entonces Rayuela se convierte en algo más que en un juego. Es saltar
obstáculos, esas piedras que se interponen en el camino al Cielo, y que obligan
a volver a empezar. Rayuela es elegir un destino, un cielo de todos los
posibles. Es ir y volver. Saber que siempre se puede volver a la Tierra.
Rayuela es el valor que requiere volver
a empezar.
Existen
tantos análisis de Rayuela como lectores
de ella y maneras de leerlo. ¿Por qué los jóvenes amamos Rayuela? Porque no nos
gustan los límites. No nos gusta que nos digan qué hacer o cómo hacerlo. Porque
nos gusta equivocarnos y volver a empezar una y otra vez. Porque nos gusta
tener la certeza de que no todo esta dicho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario